LOS ROSTROS DE MÉXICO

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Las arrugas y cicatrices que evidencian una vida de trabajo

Por  Arturo Pavón Ramírez

He tenido la fortuna de acompañar a dos de los precandidatos a la candidatura del partido Morena para la elección presidencial. Primero viajé con el exsecretario de Gobernación, Adan Augusto López Hernández. Debo aclarar que nunca había cubierto una gira de campaña política, mi experiencia de 30 años en noticias de TV se limitaban a la producción de campo con contenido social; sin embargo, las vivencias en una vertiginosa carrera por ocupar puestos políticos, tiene un ritmo muy distinto, con facetas que te hacen cambiar la forma en que ves la vida.

A través de esta columna les iré platicando con mis fotografías, todas las vicisitudes de un humilde servidor en los viajes por la República Mexicana acompañando a Don Adán Augusto López Hernández y a la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, quién se perfila ya, como próxima presidenta de México.

Por lo pronto en esta ocasión les voy a compartir, al igual que en las siguientes columnas, una de las más de 2,000 fotografías que he tomado a lo largo de estas jornadas.

En una ocasión le comenté a la Dra. Claudia Sheinbaum, que quería mostrarle mi página de Instagram                          ( losrostrosdeclaudia ), con fotografías que yo había tomado de los rostros de las personas que asistían a sus presentaciones masivas, que para mí era muy importante que ella observara las miradas de esa gente, para que recordara que le había hablado a personas, no a masas sin identidad definida. Al verlas, se sorprendió y me felicitó con la promesa de seguirme, pues en esos ojos se podía ver la esperanza que en ella depositaba el Pueblo para darle continuidad al movimiento iniciado por Andrés Manuel López Obrador.

Quiero empezar con esta fotografía, la cual definió el camino que debía seguir al congelar imágenes para la posteridad. En ella podemos observar el rostro de una mujer aparentemente mayor a los 60 años y que probablemente tenía menos, su mirada, sus arrugas, las manchas en la piel, además de las cicatrices, reflejan toda una vida de interminable trabajo en el campo, irremediablemente expuesta a la radiación solar o a la sequía de un polvoso llano casi esteril…; fue en San Quintín, Baja California, uno de los 5 municipios municipios del estado, el más joven y que busca forjar una identidad propia. Fue en la Plaza Mayor de la ciudad, donde se reunieron cientos de trabajadores del campo para escuchar el mensaje del licenciado Adán Augusto López. Entre sonrisas y gritos infantiles, los niños que acompañaban a sus padres y abuelos, se mostraban ajenos a lo que sucedía a su alrededor; venían de diferentes comunidades, lejanas unas y otras cercanas. Yo buscaba fotografiar rostros amables y, por qué no, bellos y sonrientes. Sin embargo, al mirar a esta señora experimenté tal emoción que sentí la necesidad de congelar su imagen para siempre. No sé quién era ni de dónde venía, pero sin duda las marcas en su rostro hablan de un pueblo trabajador que no se detiene ante nada para sacar adelante a su familia y a su propia existencia.

Para mí, ver a esta señora con apenas un esbozo de sonrisa, fue revelador, de inmediato supe que esto es lo que tenía que hacer con mi cámara: no dejar en el olvido sus rostros, no por lo que pudieran decir verbalmente, sino lo que decían con sus ojos. Esta mujer trajo a mi mente a mis ansestras, a las mujeres de nuestra historia que ayudaron y lo dieron todo por forjar esta gran nación.

La publicación de esta fotografía es un homenaje no sólo para esta mujer anónima, sino para todas las mujeres que han tenido que ver en nuestra formación, en nuestra educación, en la lucha por mantener unidas a nuestras familias y que a veces lloran porque ya no estamos con ellas, o les lloramos porque ya no están con nosotros…

Si lo vemos así, nos daremos cuenta de que siempre había sido tiempo de mujeres y que ahora, ya es tiempo de honrarlas.